Vivimos rodeados de algoritmos. Muchos de ellos están diseñados exclusivamente para generar cadenas de caracteres alfanuméricos de forma aleatoria. Pero a veces, incluso los mejores hackers pueden adelantarse a esa aleatoriedad. Es entonces cuando hay que volver sobre los pasos y utilizar técnicas mucho más originales.
La seguridad es el negocio de Cloudflare, una compañía de Silicon Valley que se ha hecho enormemente popular en los últimos dos años. Para mantener la seguridad de sus clientes y productos, la empresa californiana ha ideado una solución cuanto menos peculiar: una estantería de pared repleta de lámparas de lava. Unas 100 en total de diferentes colores.
Si hay patrón, hay posibilidad de rastreo
Las empresas que se dedican a la seguridad cibernética como Cloudflare necesitan generar códigos para cifrar comunicaciones de forma espontánea y en una atmósfera estanca. Controlar el proceso es absolutamente necesario para garantizar la eficacia. Cualquier filtración o intromisión en la labor echaría a perder toda la cadena de mando.
Nuestros compañeros los algoritmos son bastante impredecibles de cara a nosotros los seres humanos, pero para otros ordenadores pueden ser bastante predecibles. Si se puede dar lectura al patrón que ha usado una máquina para generar ese enorme número aleatorio, estamos vendidos ante los hackers.
El hambre agudiza el ingenio
Es lo que debió pensar Nick Sullivan, el jefe del área de criptografía de Cloudflare. Según Nick «Para conseguir numeraciones aleatorias y espontáneas hay que regresar al mundo real, al tangible. Aunque dichas claves vayan a utilizarse posteriormente en el mundo digital».
Para solucionar el problema, decidieron poner en marcha una sala llena de lámparas de lava. Dispuestas en una pared, en una matriz sobre una estantería y con buena iluminación y un sistema de cámaras, se graban todas las lámparas en vivo y se envía el vídeo al servidor de la empresa. Esta información se empaqueta y se utiliza para generar bloques de información totalmente impredecibles. Es a partir de aquí cuando se generan las llaves criptográficas que protegen a sus clientes.
Según comenta Sullivan, la idea no surgió sobre la marcha, sino durante los primeros días tras fundar la empresa. Estudiaron con mucho detenimiento cómo alcanzar los mayores niveles de seguridad y la mayor opacidad a la hora de crear números aleatorios. Una vez con la conclusión de que tenían que usar un proceso físico y no informático, las lámparas de lava fueron las claras ganadoras. Sus distintos colores, formas, burbujas y movimientos, combinadas un total de cien veces hacen que este sistema sea mucho más intrigante que un simple algoritmo.
Más información: El blog de Cloudflare